
Hace unos días, decidí afrontar las algo más de 1.000 páginas del libro La tumba veloz, del autor conocido como Robert Galbraith, seudónimo de la novelista mundialmente conocida J.K. ROWLING, autora de una de las sagas literarias y cinematográficas más vistas del mundo HARRY POTTER. Pues bien, dispuesta a seguir explorando sus posibilidades literarias, algo que los amantes de la lectura le agradecemos, decidió, hace ya unos años crear la saga del detective Cormoran Strike, quien ha sido hasta la fecha protagonista de seis novelas. Pero es, sin embargo el séptimo libro de dicha saga el que me ha llamado la atención.
La tumba veloz, es un libro sobre una secta ubicada en Inglaterra, entre Londres, donde tiene su sede y un municipio cercano, donde se imparten retiros y cursillos de todo tipo. Afronté su lectura como experto en sectas y en nuevos movimientos religiosos. Me habían llegado rumores desde Inglaterra sobre los grupos que habría utilizado como fuente la autora del libro y tenía cierto interés en leerlo.
Desde un primer momento, me fui anotando las características que transitaban por el texto y me fascinó un cierto acercamiento hacia uno de dichos grupos. Sin embargo, conforme me fui introduciendo en la trama descubrí con suma atención que, muy probablemente, se basaba en una organización conocida en los años 80 como Niños de Dios, también conocida en otras partes de Europa como La Familia.

Aunque J.K. ROWLING ubica su movimiento sectario en Inglaterra, y más concretamente en Londres, y asienta sus antecedentes en una comuna hippy de las afueras, las características son bastante cercanas al grupo que mencioné con anterioridad Niños de Dios. Dicha organización fue fundada en 1968 por David Brandt Berg, más conocido a nivel mundial como Moisés David. La secta nace en un momento social y contra cultural en California, en los Estados Unidos. Nace dentro de un movimiento mucho más amplio denominado Jesús People.
David Brandt, afirmaba recibir profecías, revelaciones sobre naturales que adornaba con sus propias y delirantes creencias. Sus seguidores o adeptos eran inducidos a seguir el todo momento, e instados a abandonar sus posesiones materiales, entregándolas al grupo. Poco a poco, sus prácticas se volvieron más sectarias e incluso se promovió dentro de la organización el amor libre y reverencial, hasta que se llegó a lo que se denominaba en aquella época flirty fishing (pesca coqueta), donde se instaba a sus miembros, a salir a la calle y pescar nuevos adeptos atrayéndoles con la utilización de su propio cuerpo.
El problema llegó cuando, también se introdujo a los menores, niños y niñas, en dicha práctica, lo que atrajo a la organización a pederastas y pedófilos de todo el mundo. Aquella explotación sexual, tuvo dos consecuencias importantes con el paso de los años, una enorme expansión y una investigación que, practicamente acabó con ella, cuando a principios de los 90 se la comenzó a investigar por estafa e inducción a la prostitución, incluso de menores.
En 1995, un tribual británico, de ahí mi interés en el libro de ROWLING, encontró culpables a los miembros del grupo y muchos acabaron en la cárcel. El propio Parlamento Europeo, en esta ocasión, si con razón, declaró a Los niños de dios, una organización peligrosa, debido a sus prácticas de abuso y manipulación.
Con esta base, más cursos de mejora personal, aislamiento de sus miembros, ayunos e inducción al desapego general de la sociedad que los rodea, incluyendo la familia, J.K. ROWLING genera un texto novelado muy interesante, de fácil lectura y que quienes son amantes de las sectas, o miembros de organizaciones religiosas deberían leer para ver si algunas de las características que se dan en la trama, pudieran ser motivo de su atención.
A título personal, comentar que en 1992, mientras trabajaba como periodista para un proyecto internacional televisivo llamado Misterios Sin Resolver, realicé un reportaje sobre el grupo Los niños de dios, donde conseguí sentar a dos de sus miembros en un plató de televisión. Nunca se habían sentado y nunca más lo hicieron. Después de aquello recibí algunas amenazas y me consta que aquel trabajo supuso una china más en el zapato de una organización trufada de pedófilos y pederastas.
Hoy desde la lejanía me congratula que una escritora de tamaña reputación, a pesar de que sus editores y muchos de sus lectores no veían con buenos ojos dicha incursión, se atreviese a adentrarse en el controvertido mundo de las sectas en los años 90. La tumba veloz, nos hace un poco más fácil entender desde la narración novelada en fascinante mundo de los movimientos totalitarios, que aunque yo me empeñe, a veces, en afirmar que ya no existen, refiriéndome exclusivamente a los que se dieron en las épocas de los 60, hasta el año 2.000, a veces creo que en algo me estoy equivocando.



