
Durante los años 90, en Estados Unidos, ante la avalancha de fallecimientos de niños recién nacidos o con malformaciones, debido a un estado de vida miserable y al consumo de drogas, se intentó por parte de algunos hospitales poner en marcha algún tipo de sistema sanitario donde las clases menos desfavorecidas pudieran tener asistencia gratuita en algunas especialidades, y en general en la gestación. Toda aquella lucha entre el poder del dinero (la clase media y alta) y los que abogaban por algún servicio social que ayudara a estos desdichados, pudo tener un punto de inflexión en la afamada Ley Obama.
La mal llamada ley de cuidados accesibles de Obama, aprobada en 2010, obligaba a todos los usuarios de la sanidad a tener un seguro médico, aunque con un costo mínimo en función de sus ingresos. Esta gestión pretendía paliar los más de 50 millones de personas que en Estados Unidos no tenían derecho a una sanidad que les salvara la vida. Sin embargo, esta propuesta demócrata no fue bien aceptada, ni tan siquiera por sus homónimos demócratas, 39 de los cuales se abstuvieron de votarla en sus inicios.
Las aseguradoras y las grandes farmacéuticas se manifestaron en contra desde un principio, apoyando los desbarres de un partido republicano alejado de la necesidad de apoyar a las clases menos desfavorecidas, como si no hubieran sido jamás ciudadanos norteamericanos. El presidente Trump, en su segundo mandato y con las dos cámaras a sus servicio ha tomado la decisión de suprimir las ayudas estatales a las aseguradoras para que gente necesitada pueda pagar un seguro y tener asistencia.
¿Cuántos millones de norteamericanos o residentes en aquel país se quedan sin asistencia sanitaria?
¿Cuántos acabaran falleciendo?

Muchos bebes recién nacidos con un peso inferior a 550 gramos fallecen por falta de incubadoras especializadas, pero, sobre todo, porque sus madres, ya sean miserables, vagabundas o drogadictas, no han tenido asistencia durante el embarazo. Ya en 1991 acabaron muriendo en aquel país alrededor de 35.000 bebés. En la actualidad existen dos datos significativos en Estados Unidos, que demuestran que no se avanzó nada en este sentido. Uno de ellos es que aproximadamente cerca de 20.500 bebés mueren antes de cumplir el año, el equivalente a una tasa de mortalidad infantil de 5.6 fallecidos por cada 1000 nacimientos. Y aunque este dado se circunscribe al 2022, no deja de ser interesante saber que con respecto a 2021 existe un incremento del 3%. Así mismo, se estima que alrededor de 21.000 muertes fetales ocurren también debido a causas no determinadas en las estadísticas, aunque es importante destacar que existe, al igual que ocurría en 1991, una disparidad racial significativa, siendo los negros y otras razas no blancas, quienes más sufren tasas más elevadas.
A principio de los noventa, la organización Children’s Defense Fund, aporto un dato aterrador, desde 1940 hasta 1992, unos 415.000 bebes negros hubieran sobrevivido si hubieran tenido los mismos cuidados que sus homónimos blancos.
La realidad es que el sistema sanitario americano, y en general el mundial, hace prevalecer el enriquecimiento de las gran industria farmacéutica y de quienes les sirven, por encima de la vida. Aunque existan datos que demuestren que invertir en salud, y sobre todo en salud prematura es mucho más inteligente que dejar que estas cifras engorden.
Existen estudios, desde la década de los noventa, que demuestran un ahorro considerable en el cuidado de un bebé, cuando este nace de manera normal a cuando lo hace de forma prematura. Por ejemplo, la Universidad de California hizo un estudio en 1990 donde exponía que Estados Unidos había tenido que destinar cerca de 500 millones de dólares a cuidados médicos de bebés cuyas madres habían tomado cocaína.
¿Cuántas mujeres en la actualidad en aquel país, en edad fértil, no tienen ningún tipo de seguro?
¿Cuántas familias carecen de un seguro de enfermedad que les cubra las atenciones médicas necesarias para vivir?
¿Están atentando los Estados, los políticos que los dirigen, o las empresas farmacéuticas que actúan como feroz lobby contra los derechos humanos de quienes sufran las carencias de un sistema sanitario tan inhumano?
Poner la vista en la cifra de beneficios en la parte baja, a la derecha de la hoja de cálculo, suele siempre ser la mejor de las sensaciones para quienes no tienen ningún tipo de escrúpulos por la vida humana. Y lo peor, es que cada vez más en las sociedades consideradas civilizadas, occidentales, existen más individuos con estas características.