España se ha convertido en uno de los países con el mayor consumo de opioides del mundo. Los medicamentos se recetan sin orden ni concierto por parte de los médicos sin valorar las repercusiones que su consumo puede tener en la gente. Ahora, los opioides, como el fentanilo, utilizados fundamentalmente en pacientes con claros procesos de deterioro oncológico, se están recetando de una manera para tratar enfermedades musculares asociadas al dolor, tales como la fibromialgia, la fatiga crónica o el síndrome del colón irritable.
La SEFH, Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, a través de Beatriz Salazar, miembro del grupo de trabajo de Farmacia Neuropsiquiátrica, afirma lo siguiente: Se ha perdido el miedo a prescribir opioides mayores como el fentanilo. Hasta ahora se recetaban para pacientes oncológicos, en los que si están indicados, pero se prescriben también en patologías que no son oncológicas, sobre todo del sistema músculo esquelético, como dolores crónicos, lumbalgias o artrosis. (1)
La médico de cabecera Aina Perello, médica del CAP Larrard en Barcelona, y experta en tratamientos contra el dolor, afirma categóricamente que dichos opioides no deberían ser el primer requisito para tratar dichas dolencias, sobre todo por la cantidad de secuelas residuales que provoca. (2)
Las personas, y en especial las mujeres que consuman este tipo de productos, deberán saber que el fentanilo puede provocar el deterioro muscular y la muerte en un breve espacio de tiempo, si su consumo no es moderado y muy puntual. En el mundo el fentanilo es conocido como la droga zombi. Solo en Estados Unidos este opioide, por aportar un dato, provocó en 2021, más de 70.000 muertos.
Así mismo se ha contrastado que el uso continuado de dichos opioides acorta la vida. En la página del CDC (Control y Detección de Enfermedades) americano se puede leer lo siguiente en referencia a dicho producto: …un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. (3)
La propia doctora Perello afirma categóricamente que lo que saben hacer los médicos es dar medicamento, cuando en el fondo determinados pacientes-enfermos deberían ser tratados por fisioterapeutas. Y aún más grabe resulta que la misma doctora afirme que se podría estar discriminando a las clases sociales más bajas, cuando se recetan dichos opioides. Al parecer las largas listas de espera hacen que sea más fácil recetar una pastilla que provoca un alivio rápido, sin ahondar en determinadas causas, sobre todo en mujeres principalmente de rentas bajas. Las mujeres de clase media o media alta, podrían estar acudiendo al físico a nivel privado y al psicólogo, buscando fórmulas no tan adictivas de tratamiento contra el dolor. (4)
Sin embargo, lo que no se dice es que los propios organismos de control de las diferentes áreas de salud certifican que, aunque el último recurso (cada vez utilizado con más frecuencia) es el opioide, se evidencia que su utilidad a largo plazo es reducida y que los riesgos son cada vez mayores y de sobra conocido.
A los pacientes que se les receta dicho producto no se les da ningún tipo de información sobre dichos riesgos y solo se les trata de una manera desmedida para que no sientan dolor. El alivio del dolor no cura, solo esconde la realidad de lo que nos ocurre. Los médicos deberían tener claro que su fin óptimo sería el de salvar vidas, el de facilitar una existencia más terapéuticamente factible, donde el paciente no sufra en exceso, a la vez que se le enseñe a convivir con su enfermedad.
Cada vez son más las voces que nos cuentan en textos la sobremedicación que estamos viviendo en amplios ámbitos de nuestra vida y que, frente a tanta ingesta de medicación, cada vez estamos más y más intoxicados.
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